Durante mis muchos años con El Camino Internacional, coordinando clases y reuniones, a menudo pienso en esa visita hace años atrás—un momento perfecto de Dios—cuando dos amigos me hablaron de la liberación que había ocurrido en sus vidas. Aquella conversación cambió mi vida por completo hacia algo mejor. Hoy en día, cuando cuento mi propia historia de liberación, la gente a menudo me comparte acerca de lo inspiradora que es para ellos y cómo les ayuda y les beneficia saber que nuestro Dios libera.
Todos tenemos una historia que contar sobre lo que Dios ha hecho por nosotros—acerca de la gran liberación que ha obrado por cada uno de nosotros individualmente—y cómo Él lo hizo. Nosotros podemos inspirar a otros cuando contamos nuestra propia historia de liberación así verán lo que Dios puede hacer por ellos.
Quizás le gustaría contar su propia historia y así dar a conocer lo que Dios ha hecho por usted. He aquí algunas sugerencias:
PIENSE EN EL IMPACTO QUE SU HISTORIA PODRÍA GENERAR EN LA VIDA DE OTROS
Cuando compartimos nuestras historias, ellas son testimonios personales y son poderosas, no sólo por lo que Dios ha hecho por nosotros, sino por lo que Dios puede hacer por los demás. Así que al compartir nuestras historias vendríamos a ser algo así como las «manos y los pies» de Dios extendiéndose a los demás.
Dios no tiene otras manos mas que las nuestras para darles pan.
No tiene otros pies mas que los nuestros
Con los cuales moverse entre los casi muertos.
Decimos que somos Suyos
y que Él es nuestro-
Los hechos son la prueba de que no son sólo palabras,
Y ésta es nuestra hora, nuestro tiempo para comprobarlo.
Tómese un tiempo y reflexione cómo se encontraba usted espiritualmente antes de recibir su liberación, qué fue lo que ocurrió y cómo cambió su vida para mejor. ¿Qué es lo que ha cambiado en su vida después de conocer a Dios y Su Palabra? ¿De qué manera la Palabra de Dios le ha abierto los ojos y le ha hecho pasar de las tinieblas a la luz? Su historia puede inspirar un cambio similar en otros. El apóstol Pablo compartió su historia de liberación y cómo Dios le dio un propósito para contarla, según lo relata en Hechos 26:18:
para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados.
MENCIONE ESOS VERSÍCULOS QUE LE HAN AYUDADO A SUPERAR RETOS EN SU VIDA
Uno de los míos se encuentra en 2 Timoteo 1:7:
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Luego, utilice sus versículos favoritos para contar su historia de liberación.
HÁGASE UNA LISTA CON LAS VICTORIAS QUE DIOS HA LOGRADO EN SU VIDA
Medite en el amor, la gracia y la misericordia de Dios en su propia vida. Eso le proveerá algo poderoso para compartir con los demás.
Salmo 71:17 y 18:
Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.
Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad,
Y tu potencia a todos los que han de venir.
MANTENGA UN REGISTRO DE AQUELLAS COSAS POR LAS QUE USTED ESTÁ AGRADECIDO
Llevar un diario puede ayudarle mucho a recordar las victorias y las bendiciones diarias.
1 Tesalonicenses 5:18:
Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
PONGA A LA VISTA SU VERSÍCULO FAVORITO—DONDE OTROS LO VEAN—PARA HABLARLES DEL IMPACTO HA TENIDO EN SU VIDA
Si alguien lo ve y le pregunta por él, puede abrir una puerta para que comparta su historia de liberación. El versículo podría exhibirse en su escritorio en el trabajo, en su vehículo de trabajo, en una camiseta, etc.
Contar nuestra historia puede marcar una gran diferencia en la vida de las personas. No podemos subestimar nuestra propia historia porque nuestra historia puede, y probablemente lo hará, traer la liberación a una o más personas.
Cuando cuente su historia, estará proclamando la bondad de Dios: lo que Él ha hecho y lo que Él hará.
Salmo 107:8 y 9:
Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.
Porque sacia al alma menesterosa,
Y llena de bien al alma hambrienta.