¡Llegar a ser maduro espiritualmente es algo bueno! Madurar espiritualmente se trata de llegar a ser más como Cristo. Llegamos a ser más como Cristo al grado de que la Palabra de Dios vive en nosotros y nosotros vivimos la Palabra de Dios. Aprendemos la Palabra, vivimos la Palabra, damos la Palabra. Luego aprendemos más de la Palabra, vivimos más de la Palabra y podemos dar más de la Palabra; y así, seguimos y seguimos. Madurar espiritualmente es un proceso constante.
Colosenses 1:10 expresa la voluntad de Dios para nosotros los creyentes renacidos a fin de continuar creciendo en el conocimiento de Dios.
Colosenses 1:10:
para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.
Efesios 4:13:
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto [teleios, maduro], a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.
La voluntad de Dios es que no permanezcamos sin conocimiento espiritual, sino que crezcamos en Cristo, para que lleguemos a ser todo lo que él es.
Hablando espiritualmente, todos comenzamos como niños recién nacidos en Cristo, nuevos en la Palabra e inexpertos en vivirla.
I Pedro 2:1,2:
Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.
Los recién nacidos anhelan la leche, la cual les ayuda a crecer. También queremos tener el mismo deseo por la Palabra pura y no adulterada, para que podamos crecer.
La leche materna es nutritiva para un bebé. Pero a veces viene el momento cuando el bebé es destetado de la leche materna, porque requiere un nutrimento más fuerte para continuar creciendo. Dios quiere que avancemos de «leche a alimento solido», que maduremos en Su Palabra, para llegar a ser más diestros y confiados en quiénes somos como Sus hijos e hijas, ser más como Cristo.
Hebreos 5:13,14:
Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño [nēpios, un infante; figuradamente, inmaduro].
pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez [teleios, maduros], para los que por el uso tienen los sentidos [los sentidos espirituales del hombre interior] ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.
A medida que llegamos a ser maduros espiritualmente, podemos distinguir la verdad del error, lo bueno de lo malo, la manera de la Palabra de la manera del mundo. Cualquiera que sea la etapa de la vida en la que estemos, podemos aplicar la Palabra y continuar madurando espiritualmente. Desde el niño que continúa obedeciendo y respetando a sus padres en el Señor hasta el adulto que obedece y respeta la voluntad y la Palabra de Dios, cada uno de nosotros puede madurar en nuestro andar día a día. Somos hijos de Dios y él quiere que todos nosotros crezcamos y seamos fuertes. Dios quiere que maduremos en la Palabra para que él pueda descubrir para nosotros mayores riquezas de Su entendimiento.
I Corintios 2:6,7:
Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez [teleios, maduros]; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.
Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria.
Colosenses 1:27,28:
a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,
a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto [teleios, maduros] en Cristo Jesús a todo hombre.
A medida que maduramos en nuestro andar con nuestro Padre celestial, nuestro entendimiento se profundiza, y nuestra vida llega a ser un mayor testimonio de Su poder y amor. Llegamos a ser más como Cristo.
Cuando usted era joven, ¿alguna vez se preguntó qué llegaría a ser cuando creciera? O ¿qué estaría haciendo? ¿Cuál es la imagen Bíblica que ve de usted mismo como un creyente maduro? ¿Qué se imagina haciendo por Dios como un «adulto» en Cristo fortalecido y sin temor? ¿Se imagina usted como maestro así como el apóstol Pablo, Aquila, Priscila, Apolo? ¿Uno que testifica denodadamente como Felipe que acudió y se juntó al carro de un etíope para hablarle, o como Pedro cuando hablo con denuedo en el día de Pentecostés? ¿Quizá una anfitriona amorosa en su casa como lo fue Lidia? ¿O padres en el Señor a quienes sus hijos obedecen y honran como se describe en Efesios 6:1-4? ¿Qué tal un siervo en oración como Epafras, descrito en Colosenses 4:12? ¿O uno que trabaja «como para el Señor» en cualquier capacidad que se necesite (Colosenses 3:23)?
Dios escudriña los corazones y él sabe cómo honrar su creencia para hacer que suceda esa imagen en su vida. Avance—ande y acepte el reto de continuar madurando espiritualmente. Nuestro deseo continuo de la pureza de la Palabra de Dios es lo que nos ayuda a crecer. A medida que leemos la Palabra, estudiamos la Palabra y andamos en la Palabra, podemos madurar. Luego podemos ayudar a otros a aprender cómo madurar espiritualmente para que ellos también puedan ser más como Cristo.
El Ministerio de El Camino ofrece una serie de tres clases sobre El Camino de abundancia y poder para ayudar a aquellos que desean madurar y desarrollarse en toda la Palabra de Dios. Podemos vivir como creyentes denodados, amorosos, cariñosos, considerados y maduros que llegan a ser más como Cristo cada día. Es tiempo de disfrutar el alimento sólido y nutritivo de la Palabra. ¿Quiere pasar a la mesa?
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