Una de las cosas más grandiosas que Dios le ha dado a la humanidad es el libre albedrío, el poder de escoger. En un mundo tan agitado que incansablemente compite para captar nuestra atención, Dios por medio de Su Palabra tiernamente aclara cuáles son realmente las mejores opciones en la vida. En el Antiguo Testamento, Dios amorosamente instruyó a los hijos de Israel en el camino de la vida—una vida que ha de ser larga, gratificante y bendecida.
Deuteronomio 30:19,20:
A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días….
La opción siempre es así de sencilla.
Dios aún pone en nuestras manos el poder para escoger una vida llena de Sus bendiciones. Durante esta Administración de Gracia en la cual vivimos, Dios dirige a los hijos de los fieles creyentes renacidos a obedecerles y da las razones sencillas porqué.
Efesios 6:1-3:
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;
para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.
En el versículo 1 la palabra griega para «obedeced» significa oír con la idea de quietud o atención para poder responder, escuchar, y de tal modo obedecer. Quizá usted haya visto a un padre o una madre detener la actividad de su hijo, hacer que lo miren en los ojos y luego darle instrucción al niño. El objetivo es ayudar al niño a prestar atención a las palabras de sus padres para que las pueda llevar a cabo.
¿Por qué los hijos deberían obedecer a sus padres creyentes? ¡Porque es justo! Y como resultado, ellos tendrán la bendición de Dios de estar «bien» y tener larga vida sobre la tierra. Por medio de obedecer a sus padres quienes están en el Señor—aquellos que están andando fielmente según el ejemplo de nuestro señor y salvador, Jesucristo—ellos aprenderán a obedecer a Dios.
Como adultos creyentes, nuestra obediencia primero es a Dios y a Su voluntad. Puesto que la Palabra de Dios es la voluntad de Dios, acudimos a la Palabra de Dios correctamente dividida para entender Su voluntad perfecta para cada situación en nuestras vidas.
Efesios 5:17:
Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.
A medida que nos detenemos cada día, damos nuestra apropiada atención a la Palabra de Dios, y luego recibimos su instrucción, nos coloca en la mejor posición para escoger sabiamente nuestras acciones, al punto de que llevamos a cabo esa Palabra. Obedecer a Dios, nuestro Padre celestial, y Su Palabra, siempre es justo.
Jesucristo enseñó en la parábola del hombre prudente y el hombre insensato, la importancia de escoger diariamente lo que es justo. Está en el oír y en el hacer la Palabra de Dios que somos bendecidos.
Mateo 7:24-27:
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;
y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
En este último versículo la palabra griega traducida «dieron con ímpetu» significa pegar contra algo. Cuando soplaron los vientos, pegaron sin mucha fuerza, y la casa del insensato se arruinó. Una palabra griega diferente fue traducida en el versículo 25 como «golpearon contra» y significa arremeterse violentamente contra algo. No importó cuán intensas fueron las lluvias y los ríos, la casa del prudente no cayó. La diferencia fue su fundamento sólido sobre la roca.
Jesucristo enseñó que aquellos que oyen y hacen la Palabra de Dios serán como el hombre prudente. La Palabra correctamente dividida es el fundamento firme sobre la cual edificamos nuestra vida. A medida que edificamos el hábito de acudir a la Palabra de Dios y obedecer esa Palabra, ninguna influencia externa—sin importar cuán sutil o cuán fuerte sea—podrá vencernos.
Nos sumergimos en la Palabra y vemos cuán amoroso es nuestro Padre; y luego de un corazón puro de agradecimiento y amor, escogemos vivir nuestra vida para Él. Cuando tenemos la Palabra viviendo en nuestro corazón, las acciones apropiadas seguirán.
I Juan 5:3:
Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos….
Así que, ¿por qué obedecer a Dios? ¡Porque es justo! Y porque Él tiene grandes bendiciones guardadas para aquellos que lo aman y hacen Su Palabra.
Santiago 1:25:
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.
Tenemos el libre albedrío de escoger una vida que es gratificante y bendecida. El camino hacia esa vida de calidad está en nuestra obediencia amorosa a Dios y a Su Palabra.