Como estudiante universitario, me di cuenta que parecía haber tanta injusticia y desigualdad en el mundo, y yo quería formar parte de la solución de estas dolencias en la sociedad. Sin embargo, mientras más estudiaba, más confundido estaba de cuál pudiera ser la solución: ¿Viajar por el mundo en un programa de misiones para ayudar a construir orfanatos en otros países? ¿Unirme a un centro local de acopio de alimentos y concentrar mis servicios ahí? ¿Involucrarme en alguna campaña política? ¿Trabajar en un programa de obras sociales del gobierno? ¿Pero cómo podría distribuir tiempo entre cada una de estas causas bienintencionadas y tener un impacto positivo? ¿No habría una sola cosa que pudiera hacer que tuviera un efecto positivo en la sociedad y trajera estabilidad a las culturas del mundo?
Menos mal que encontré una cosa que tiene el poder para cambiar vidas y culturas enteras: la Palabra de Dios.
Hebreos 4:12:
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Después de llegar a ser un creyente renacido, decidí concentrar mis esfuerzos en llevar la verdad de la Palabra de Dios a todos los que quisieran saber.
Juan 17:17:
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Nuestras vidas pueden tener un efecto positivo en aquellos más allá de nuestro círculo inmediato de familia y amigos. La Palabra que conocemos y vivimos como creyentes renacidos tiene una influencia positiva en la sociedad en general.
Isaías 33:6:
Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia, y abundancia de salvación; el temor [la reverencia, el respeto] de Jehová será su tesoro.
Estas palabras eran ciertas cuando el profeta Isaías las escribió más de dos mil años atrás, y aún son ciertas hoy en día. El conocimiento y la aplicación práctica de la Palabra de Dios da estabilidad a las personas y a sociedades enteras.
Durante el ministerio de Jesucristo, él envió a setenta de sus discípulos en pares a una asignación especial para predicar y enseñar la Palabra en las ciudades y en los lugares a los cuales él mismo luego iría a predicar. Él les dio instrucciones muy específicas, pero el corazón era sanar y compartir acerca del Reino de Dios. Cuando los setenta regresaron, este fue su reporte:
Lucas 10:17,18:
Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre.
Y les dijo [Jesús]: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Su tiempo de hablar la Palabra tuvo un efecto positivo porque estaban venciendo al adversario, a Satanás, el Diablo.
En los años después de la muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, los discípulos recién renacidos se mudaron fuera del área de Jerusalén para predicar las buenas nuevas a todos aquellos que escucharan. Uno de esos discípulos, Felipe, fue a una ciudad de Samaria, la cual había estado en una condición triste. Muchas personas estaban poseídas con espíritus inmundos; otros estaban paralíticos y cojos. Pero cuando Felipe les predicó a Cristo, ellos escucharon atentamente lo que él les estaba hablando y hubieron liberaciones milagrosas, resultando en gran gozo en toda la ciudad.
Hechos 8:5-8:
Entonces Felipe, descendiendo a la [una] ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo.
Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;
así que había gran gozo en aquella ciudad.
Parte de la razón por los problemas en la ciudad era que un hombre llamado Simón estaba operando espíritus diabólicos y embrujando a las personas por mucho tiempo. Pero después de que Felipe llegó y predicó, no sólo creyeron las personas y renacieron, sino que Simón también. La Palabra de Dios predicada y enseñada por un solo hombre tuvo un efecto positivo en toda la sociedad.
Otro ejemplo lo vemos en Hechos 19. El apóstol Pablo vino a Éfeso y ahí halló a algunos discípulos a quienes Apolos previamente les había testificado y guiado al nuevo nacimiento. Pablo los guió a la manifestación del don de espíritu santo, y luego estos doce hombres y sus casas, junto con Pablo, encabezaron un movimiento de hablar la Palabra del Señor. Hablaron tan constante y denodadamente que en dos años y tres meses todos aquellos que habitaban en Asia (conocida hoy en día como Asia menor) oyeron la Palabra de Dios.
Hechos 19:7-10:
Eran por todos unos doce hombres.
Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios.
Pero endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud, se apartó Pablo de ellos y separó a los discípulos, discutiendo cada día en la escuela de uno llamado Tiranno.
Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos [judaítas] y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
Sus esfuerzos produjeron un efecto poderoso y positivo en la sociedad.
Hechos 19:11,12,20:
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,
de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor.
La razón principal por la cual tiene un efecto positivo en una sociedad que los creyentes hablen la Palabra es que la Palabra hablada tiene un efecto en el reino espiritual. Vence a nuestro adversario, el Diablo, quien es la verdadera causa de todas las dolencias en la sociedad.
I Juan 4:4:
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
He aquí otra gran razón por la cual hablar la Palabra tiene un efecto tan positivo: educa a las personas en cuanto a la verdadera voluntad de Dios, para que así ellos puedan cambiar su conducta para que esté alineada con la Palabra. Como escribió una vez el Dr. Victor Paul Wierwille, el Presidente fundador de The Way International:
…Para modificar cualquier situación en nuestra sociedad debe haber en ella un número suficiente de personas que deseen modificarla; que se interesen lo suficiente por una situación dada como para hacer los sacrificios necesarios para producir el cambio. El primer paso en todo cambio social es una opinión pública fuerte, la educación de la mente pública.
Cuando declaramos la verdad de la Palabra de Dios denodada y constantemente, estamos educando a la mente pública en cuanto a lo que Dios verdaderamente desea para Su gente y para la sociedad.
Llevemos el conocimiento y la sabiduría de la Palabra de Dios a nuestras sociedades, ofreciéndoles la estabilidad que sólo Dios puede proveer.