Su vida hace una diferencia

Su vida hace una diferencia

Para usted poder ver cómo caminar por un cuarto oscuro, ¿qué necesita? Necesita luz. Asimismo, para disipar la oscuridad en este mundo, Dios necesita que Sus luminares resplandezcan brillantemente y hagan una diferencia en este mundo.


Filipenses 2:15:
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.

Usted y yo somos esos luminares y Dios necesita que resplandezcamos Su luz para otros. Nuestras vidas pueden afectar al mundo a nuestro alrededor, a medida que vivamos para Dios y le sirvamos a Él. Somos importantes para nuestro Padre celestial. Podemos conocer y entender cuán importantes somos para Él, a medida que escudriñemos las abundantes riquezas de Su Palabra. Cada uno de nosotros es importante y necesario, y nuestras vidas pueden hacer una diferencia.

Todos nacemos en este mundo sin esperanza y sin Dios (Efesios 2:12). Pero, en marcado contraste, justo en el momento en que confesamos a Jesús como señor en nuestra vida y creemos en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos (Romanos 10:9), renacemos y llegamos a ser un hijo de Dios, completamente rescatado fuera de nuestro estado desesperanzado y sin Dios.


Efesios 1:4:
según
[Dios] nos escogió en él [nos eligió para Él y para ser Suyos] antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.

¡Dios nos seleccionó cuidadosamente! Y Él nunca se arrepentirá o retirará Su llamamiento (Romanos 11:29). ¡Ahora tenemos acceso a todo lo que Dios ha hecho disponible por medio de Jesucristo—la gracia, el amor, el perdón y la paz de Dios; vida eterna; la habilidad de manifestar el poder de Dios; acceso a la casa de Dios, y mucho más! La vida es buena en la familia de Dios. Para nuestro amado Dios, cada uno de nosotros es importante.

Dios necesita que todos hagamos nuestra parte, y Él nos ha colocado en el Cuerpo como Él quiso (I Corintios 12:18). Él diseñó el Cuerpo de Cristo para que así cada uno tengamos una función, una manera de servir, que es única para cada uno, y nuestra función única es importante para todo el Cuerpo.


I Corintios 12:14-17:
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?

Cada parte de nuestro cuerpo físico lleva a cabo una función única y vital. Nuestro pie nunca diría que no pertenece a nuestro cuerpo, ¿cierto? Así como cada parte de nuestro cuerpo físico es necesaria para su pleno funcionamiento, cada uno de nosotros en el Cuerpo de Cristo es necesario e importante para su pleno funcionamiento: nos necesitamos el uno al otro para estar completos y para tener el mayor impacto para Dios. Somos mejores juntos que solos.


I Corintios 12:20,21:
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo.
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.

A veces el mundo tratará de hacernos creer que no somos importantes o necesarios. Cuando miramos la vida desde una perspectiva de los cinco sentidos, quizá incluso comencemos a pensar que somos menos importantes que otras personas. Sin embargo, cuando miramos la vida desde una perspectiva espiritual, nunca tenemos que permitirnos pensar que no somos importantes. No tenemos que creer las mentiras del mundo. Podemos creer la verdad de la Palabra de Dios, la cual es que Dios nos necesita y Su familia nos necesita—¡somos importantes! Así que, ¿cuáles son algunas cosas prácticas que podemos hacer para ayudarnos a mantener una perspectiva espiritual acerca de nuestra importancia?

Podemos estar constantemente conscientes de la presencia de Dios en nuestras vidas. Hebreos 13:5 dice: «…porque él [Dios] dijo: No te desampararé, ni te dejaré». Nunca estamos solos. Así que, involucramos a Dios en nuestras vidas por medio de leer Su Palabra y orarle a Él con frecuencia.

Podemos mantener nuestra mente y nuestro corazón en la Palabra. Cuando llenamos nuestra mente de los pensamientos positivos de la Palabra, esto generará resultados positivos en nuestras vidas.

Podemos orar frecuentemente con un corazón agradecido. Dios puede obrar grandes cosas en nuestras vidas, a medida que vamos a Él en oración. Recuerde, siempre hay algo por lo cual estar agradecidos, aun cuando es sólo por la gracia de Dios de estar vivos. Y muchas veces, a medida que fijamos nuestros pensamientos en estar agradecidos, encontramos muchas bendiciones por las cuales estar agradecidos—y eso es hacer la voluntad de Dios.


I Tesalonicenses 5:18:
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

También podemos ocuparnos en dar—¡sencillamente dé, dé, y dé aun mucho más! Mientras más damos y servimos, más claramente veremos nuestro lugar en el Cuerpo de Cristo. Y la vida será aun más satisfactoria, a medida que crecemos en nuestro andar dinámico y poderoso con Dios, porque estamos contribuyendo a las necesidades de la casa de Dios.

Mateo 5:13 dice: «Vosotros sois la sal de la tierra…». Una de las propiedades únicas de la sal es su habilidad para preservar. Nuestra posición de firmeza con Dios y nuestro compromiso salado a Él y Su Palabra preservan esta tierra y a sus habitantes de la corrupción y la destrucción totales. Hacemos una diferencia individual y colectivamente, a medida que decidimos creer y actuar en la Palabra.

Somos importantes y necesarios para Dios. Nunca dude que usted es necesario y apreciado. Nunca olvide que nos necesitamos el uno al otro. Decidamos vivir para nuestro Padre celestial, a medida que servimos gozosamente donde somos necesitados y hacemos un impacto en esta vida. ¡Su vida ciertamente hace una diferencia!

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