Muchos cristianos profesos han sido enseñados a «alabar a Jesús». Sin embargo, la Biblia no enseña que hay que alabar o agradecer a Jesucristo ni dirigirse a él en oración. Dios como la Fuente de toda bendición es el único que debe recibir nuestra alabanza, agradecimiento y oración. Desde el comienzo mismo, las Escrituras nos dicen que la alabanza se dirige a Dios y no a Jesús.
Lucas 2:11,13,14:
que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Jesucristo fue la razón por la cual los ángeles alababan a Dios, pero fue Dios Quien fue el Receptor de esa alabanza. Después de seguir las instrucciones del ángel y de ver a María, José y a Jesús, los pastores también desbordaron en alabanza a Dios.
Lucas 2:20:
Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.
Durante la vida y el ministerio terrenal de Su Hijo, Dios continuó recibiendo la alabanza y la gloria. En Mateo 9, Jesús sanó al hombre paralítico. Noten la respuesta de la gente.
Mateo 9:8:
Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Jesucristo manifestó el poder, pero la alabanza y la gloria pertenecían a Dios Quien le había dado el poder. Jesucristo mismo siempre le dio la gloria a Dios. él trajo la luz al mundo, pero él no inició esa luz—ella provino de Dios.
Juan 7:16:
Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel [Dios] que me envió.
Los discípulos de Jesucristo hablaron y respondieron conforme a ello. Vemos esto cuando Jesús entró en Jerusalén hacia el final de su ministerio terrenal.
Lucas 19:37:
Cuando llegaban [Jesús con sus discípulos] ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto.
Jesucristo fue la razón por la alabanza pero no el receptor de ella. Jesús nunca le enseñó a la gente a alabarle a él o a orarle a él. Él le enseñó a sus seguidores a dirigirse al Padre en oración.
Mateo 6:9:
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Cuando Jesús les enseñó acerca del poder que ellos manifestarían en el futuro, él les dijo: «No me preguntaréis nada», y luego les enseñó a orarle al Padre en su nombre.
Juan 16:23:
En aquel día [el futuro—después de la ascensión de Jesucristo y del día de Pentecostés] no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
Le oramos al Padre en el nombre de Jesucristo porque los medios por los cuales las personas vienen al Padre son la vida y la enseñanza y los logros de Jesús.
Juan 14:6:
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Hay muchas Escrituras claras que documentan y establecen esta verdad en nuestro día y tiempo, la Administración de Gracia. Las oraciones en las Epístolas a la Iglesia nos muestran cómo el Padre quiere que oremos. Ellas están dirigidas a él.
Efesios 1:3:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Efesios 3:14:
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Filipenses 1:3:
Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros.
Colosenses 1:12:
con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.
I Tesalonicenses 1:2:
Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones.
II Tesalonicenses 1:3:
Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás.
Un versículo que pudiera indicar que sí le damos gracias a Jesús es I Timoteo 1:12: «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio». Sin embargo, en el griego «Cristo Jesús» está en el caso dativo, indicando «por Jesucristo». Así que, «Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor» es entendido más claramente según la gramática griega como: «Tengo agradecimiento POR Cristo Jesús nuestro Señor».
Una razón por la practica de alabar y orarle a Jesús puede ser el entendimiento equivocado que tienen las personas de que Jesús y Dios son uno y el mismo. Pero la Biblia muestra que Jesucristo no es Dios; él es el Hijo unigénito de Dios. (Para estudio adicional en nuestra página web, véase las Escrituras enumeradas bajo Jesus Christ Is Not God [Jesucristo no es Dios] y One God [Un Dios] en la sección This Is What God Says [Esto es lo que Dios dice]. También, véase nuestra sección Bookstore [la Librería] para encargar el libro
Jesus Christ Is Not God [Jesucristo no es Dios].)
La evidencia en la Palabra es abundantemente clara. Sólo Dios, nuestro Padre celestial, ha de ser el Receptor de nuestra alabanza, agradecimiento y oraciones. Jesucristo enseñó y vivió esta verdad, y los discípulos en la Administración de los Evangelios y en la de Gracia hicieron lo mismo. Podemos mantener esta clara distinción en nuestro propio corazón de creencia, en nuestras propias palabras por creencia y en nuestras propias acciones por creencia, y ayudar a otros a hacer lo mismo, a fin de que Dios reciba la alabanza que sólo él se merece.