En la vida, hay muchas cosas que quisiéramos lograr para la gloria de Dios. A veces pudiéramos comenzar en una dirección pero terminar en otro lugar donde nunca esperábamos estar. Las distracciones y las tentaciones abundan. Así que, ¿cómo podemos mantenernos en el camino para lograr nuestras metas conformes a Dios? Aquí hay tres consejos útiles en cuanto a establecer y lograr metas conformes a Dios: (1) asegurarnos que nuestras metas están basadas en sólidos principios Bíblicos, (2) decidir si son importantes para nosotros, y (3) aprender del ejemplo de otros quienes han tenido éxito en lograr sus metas conformes a Dios, a fin de mantenernos motivados a lograr las nuestras.
Para lograr nuestras metas conformes a Dios, primero tenemos que asegurarnos que están basadas en sólidos principios Bíblicos. Podemos hacer esto por medio de verificar que las Escrituras respaldan la meta que estamos trabajando por lograr. ¿Está nuestra meta alineada con la voluntad de Dios? Jesucristo estudió la Palabra de Dios y conocía la voluntad de Dios para su vida. Él podía declarar confiadamente que su meta y la meta de Dios eran una y la misma.
Juan 4:34:
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Una vez que estamos seguros que nuestra meta es Bíblica, vamos a querer decidir cuán importante es para nosotros—¿vale la pena comprometer nuestro tiempo y energía para lograrla? ¿Nos importa lo suficiente el resultado final para poner el esfuerzo requerido? Jesucristo creyó con todo su corazón que la meta Dios le había puesto por delante valía cada esfuerzo.
Hebreos 12:2:
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Jesucristo dio todo, incluso su vida, para lograr la victoria para todos nosotros.
Una vez que estamos convencidos que nuestra meta conforme a Dios vale nuestro esfuerzo, entonces podemos comprometernos de todo corazón a lograr nuestro cometido con resolución y determinación. Sabemos que no hay vuelta atrás; estamos persuadidos, nada nos detiene y no nos daremos por vencidos.
Filipenses 3:13,14:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Algo que nos ayudará a mantenernos motivados a seguir alcanzando nuestra meta es aprender de los ejemplos de otros quienes han tenido éxito en lograr sus metas conformes a Dios. Jesucristo es nuestro más grande ejemplo de alguien que se comprometió a sus metas Bíblicas y estableció prioridades en su vida y sus acciones, enfocándolas en lograr la victoria que Dios le puso por delante. Él fijó su mente en la voluntad del Padre y no se detuvo hasta que completó su misión para la gloria de Dios.
Juan 5:30:
No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.
Juan 17:4:
Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.
También podemos aprender por medio de observar y tener comunión con personas que son adeptas en lograr sus metas conformes a Dios. Lo que sea que estemos buscando—ya sea ser ejemplos conformes a Dios en nuestro lugar de trabajo, o desarrollar más habilidad en declarar la Palabra de Dios, o enseñar en la comunión con mayor denuedo, o cultivar una vida de oración poderosa, o aprender a ser más organizado para redimir el tiempo, o manifestar más gozo y paz en nuestros vidas cotidianas—los discípulos más experimentados y capaces en estas áreas pueden darnos ejemplos que nos inspiran a imitarlos. Ellos pueden ayudarnos a estructurar nuestro método para lograr nuestras metas. Juntarnos con alguien que tiene más habilidad que nosotros es una manera efectiva para aprender.
Para mantenernos encaminados hacia lograr nuestras metas, podemos seguir estos tres consejos: (1) alinear nuestras metas con lo que la Palabra dice; (2) decidir que nuestras metas son importantes—que valen la pena el esfuerzo y el tiempo requeridos; y (3) mantenernos motivados por medio de aprender de los ejemplos de aquellos que han tenido éxito en lograr sus metas conformes a Dios. Podemos dar todo nuestro esfuerzo para lograr la victoria en cada iniciativa que emprendamos para la gloria de Dios. Él está presente con nosotros a cada paso del camino, a medida que nos dirigimos a lograr tanto las metas que Él ha puesto delante de nosotros, así como las que hemos establecido para nosotros mismos.