De todos los períodos en el horario espiritual de Dios, de todos los miles de años que han venido y se han ido desde que Adán fue creado, usted y yo tenemos el gran privilegio de vivir en la Administración de Gracia. Es solo en esta Administración de Gracia que se les ha dado a hombres y mujeres la responsabilidad y el honor de reconciliar al hombre nuevamente con Dios. Como creyentes renacidos y embajadores en nombre de Jesucristo, ¡tenemos el ministerio de la reconciliación!
¿Qué es el ministerio de la reconciliación? Vayamos a la Palabra de Dios para encontrar la respuesta.
II Corintios 5:18:
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.
«Ministerio» significa un servicio, o cualquier cargo ministerial con referencia a la labor que requiere. En otras palabras, es una responsabilidad. «Reconciliación» significa una reconexión, volver a unir lo que había sido separado. En el período de los Evangelios, Jesucristo, el hombre perfecto, tenía el ministerio de reconciliar a otros con Dios. Jesucristo ya no está en la tierra, pero está muy claro que muchas personas todavía necesitan ser reconectadas con Dios. Dios siempre satisface las necesidades de la humanidad. Entonces, ¿en manos de quién puso Dios este ministerio, esta responsabilidad? ¡Es nuestra desde el mismo momento en que renacemos por medio de creer lo que dice Romanos 10:9! Somos los que Dios envía a enseñar a las personas acerca de Jesucristo, el camino al Padre.
Tal como Dios le equipó a Jesucristo con Su Palabra con poder y con autoridad, para que él pudiera cumplir con la responsabilidad a la que Dios lo llamó, así también Dios nos ha equipado con todo lo que nosotros necesitamos para llevar a cabo nuestro ministerio de reconciliación. Podemos tener gran confianza, sabiendo que hemos sido capacitados por el mismo Dios y Padre que capacitó a Jesucristo.
II Corintios 5:19,20:
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Tenemos la Palabra de la reconciliación—la verdad que damos a la gente para que pueda reconectarse con Dios. Esa Palabra de la reconciliación fue escrita por el mismo Dios Quien es el autor de las Escrituras del Antiguo Testamento que Jesús leyó y usó para reconciliar a los hombres con Él. Cuando hablamos, queremos hablar la Palabra de Dios. Dios ciertamente sabe qué decir para traer a otros de vuelta a Él.
Además de recibir la Palabra de la reconciliación, hemos recibido también el alto rango espiritual de embajadores—¡embajadores en nombre de Cristo! Como embajadores en nombre de Cristo, tenemos el poder y la autoridad para ocupar su lugar en la tierra. Después de todo, tenemos a ¡Cristo en nosotros (Colosenses 1:27)! Esta verdad es lo que en lo personal me ayudó a vivir con poder y a verme como Dios me ve.
Hubo un tiempo en mi vida en que llegué a pensar que yo no podía hacer nada bien. Pensaba que toda la gente veía en mí a un chico joven y descortés. Luego decidí dedicar un tiempo a reflexionar sobre estos versículos. Por primera vez en mi vida, me di cuenta que Dios me escogió a mí para ocupar el lugar del hombre perfecto. Esa verdad me asombró y todavía me asombra. Darme cuenta de esto dio como resultado que yo hablara la Palabra de Dios sin temor, sin avergonzarme y con toda confianza. Si la Palabra dice que Dios me ve a mí de esta manera, entonces tiene que ser verdad. Es verdad para todos los Hijos de Dios.
Ya que ahora somos embajadores, Dios necesita que nos levantemos y hablemos ahora Su Palabra. Alguien me preguntó una vez: «Si supieras que el retorno de Jesucristo por los renacidos es hoy a las cinco en punto, ¿qué harías?» Esta pregunta llamó mucho mi atención y le respondí: «¡Estaría afuera hablando la Palabra de Dios!». El punto que él trataba de resaltar era que si nosotros supiéramos que el retorno y nuestra reunión con Jesucristo estuviese muy cerca, aprovecharíamos al máximo el tiempo limitado que tuviésemos, porque solamente los reconciliados en ese momento con Dios vendrían con nosotros. Bueno, nadie sabe cuándo Cristo va a regresar (Marcos 13:32-37). Podría ser en cualquier momento. Cuando Cristo sí regrese para reunirnos a todos, el ministerio de la reconciliación ya no estará más disponible para que lo operemos. Jesucristo sabía que su tiempo en la tierra era limitado, y también el nuestro lo está. Está en nosotros decidir aprovechar al máximo cada oportunidad que tengamos para llevar a aquellos que conocemos de vuelta a Dios a través de Jesucristo.
De todos los períodos en el horario espiritual de Dios, es solo en la Administración de Gracia cuando a los cristianos se les ha dado la responsabilidad y el honor de reconciliar a los hombres, mujeres y jóvenes de vuelta a Dios. Como embajadores en nombre de Jesucristo, nosotros tenemos el ministerio de la reconciliación; y si nosotros no lo llevamos a cabo, ¿quién lo hará? Dios necesita que nosotros aceptemos este alto honor y responsabilidad de traer a otros de vuelta a Él. Tenemos la Palabra perfecta para hacerlo y el camino perfecto—Jesucristo—para llevarlos hasta allá. Reclamemos ahora nuestro poder, nuestra autoridad y nuestro derecho a reconciliar a otros con Dios como embajadores en nombre de Cristo, porque tenemos el ministerio de la reconciliación.