A veces, los cristianos son engañados con relación a la salvación, pensando que son salvos por sus buenas obras. La Biblia habla muy claramente sobre este tema. ¡No somos salvos por nuestras buenas obras, sino que somos salvos por la gracia de Dios para buenas obras!
Nuestra salvación es un regalo de Dios—un regalo de la gracia de Dios. No podemos ganarnos esta salvación. La recibimos como un favor inmerecido de Dios. Es por la gracia de Dios y lo que Él logró por medio de Su Hijo Jesucristo, que podemos ser salvos, y no debido a nuestras propias buenas obras personales.
Efesios 2:8 y 9:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.
Somos salvos por la fe—la fe de Jesucristo. Esta fe es el puente que cruza el abismo entre el hombre natural de cuerpo y alma y Dios, Quien es Espíritu Santo. Esta fe se hizo disponible para nosotros por medio de lo que Dios logró por Jesucristo cuando todo fue cumplido el día de Pentecostés hace casi dos mil años.
Cuando confesamos a Jesús como señor y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos (Romanos 10:9), somos salvos y recibimos la fe de Jesucristo. Dios crea dentro de nosotros Su don de espíritu santo, que es Cristo en nosotros, y renacemos. Entonces tenemos la habilidad espiritual que nos capacita para verdaderamente hacer buenas obras, obras que antes no podíamos hacer porque no teníamos espíritu santo. Somos salvos por Dios para buenas obras.
Efesios 2:10:
Porque somos hechura suya [de Dios], creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
La preposición «para» en Efesios 2:10 es la palabra griega epí. Aquí se usa con un sustantivo en el caso de dativo («obras») y sugiere que fuimos creados en Cristo Jesús con el propósito de hacer buenas obras. La palabra «buenas» es la palabra griega agathós y denota una perfección armoniosa interior. De modo que fuimos creados por Dios en Cristo Jesús con el propósito de realizar obras de perfección armoniosa interior—obras que manifiestan el Cristo en nosotros. Debido al maravilloso don de Dios en Cristo en nosotros, ¡ahora tenemos la capacidad de hacer estas asombrosas obras! Y estas buenas obras dan gloria a Dios.
Juan 14:12:
De cierto, de cierto os [Jesucristo] digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre.
¡Jesucristo habló de obras aún mayores que las suyas, que los creyentes podrían hacer! Estas son las obras que nosotros podemos hacer—las obras de Jesucristo y mayores.
Veamos un ejemplo Bíblico en el Libro de Hechos de las buenas obras que hizo Pedro, que nosotros también tenemos la habilidad de hacer. En este relato, Pedro está cumpliendo el mandato de Jesús de predicar y testificar quién es Jesús. Él le habla a la casa de Cornelio.
Hechos 10:42-46:
Y nos mandó [Jesucristo] que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos.
De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo [el don de espíritu santo] cayó sobre todos los que oían el discurso.
Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo [el don proveniente del Espíritu Santo, Dios].
Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios….
Pedro habló la Palabra de Dios hasta el punto de que los oyentes creyeran lo que él decía y nacieran de nuevo; ellos fueron salvos por la gracia de Dios. Recibieron el don de espíritu santo y manifestaron el don por medio de hablar en lenguas. Lo que hablaron magnificó a Dios. ¡Ahora, eso es una buena obra! Nosotros también podemos hacer esta buena obra y guiar a otros al nuevo nacimiento.
Por la asombrosa gracia de Dios—por Su favor inmerecido y no por nuestras propias obras—podemos ser salvos y renacer. Podemos creer en el Señor Jesús y recibir el don de Dios de espíritu santo. Esta creación en Cristo Jesús es con el propósito de hacer las buenas obras que Dios quiere que hagamos. Así que, ¡hagámoslas! Como Pedro, hagamos buenas obras que glorifiquen a Dios.