¿Alguna vez quiso usted lograr algo importante pero se vio desanimado por los obstáculos, incluso por lo que otros podrían decir o pensar de usted? Hay un hombre en la Biblia llamado Zaqueo que quería lograr algo—quería ver a Jesús. Y él no fue desanimado por los obstáculos o por lo que otros pudieran decir o pensar de él. Él tuvo la humildad de hacer lo que fuese necesario para ver quién era Jesús. Como resultado, Dios trajo la salvación a él y a su familia. Veremos el acto de humildad de Zaqueo que lo condujo a ver a Jesucristo.
Lucas 19:1-3:
Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,
procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura….
Mientras Jesús pasaba por la ciudad natal de Zaqueo, Zaqueo procuró ver quién era Jesús. Había llegado este hombre que viajaba por la región y una multitud de personas lo rodeaba. Zaqueo llevó a cabo un acto de humildad para ver a Jesús.
Lucas 19:3 y 4:
procuraba ver quién era Jesús; pero no podía [Zaqueo] a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura [bajo de estatura].
Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque [Jesús] había de pasar por allí.
Zaqueo era un hombre de acción con creencia. Por sus acciones vemos la determinación que tenía de ver y conocer a este hombre único, Jesucristo de Nazaret. No se dejó desanimar por la multitud ni por el hecho de que no era lo suficientemente alto como para ver a Jesús cuando pasara ese día. Tenía una solución sencilla. Decidió correr delante de la multitud y treparse en un árbol sicómoro cercano. Treparse en el sicómoro fue la solución a su problema. Ahora él tendría la suficiente altura para ver a Jesús a pesar de su propia estatura y a pesar de la multitud.
¿Qué era lo humillante en esta acción? Zaqueo era jefe de los publicanos o recaudador de impuestos del Imperio Romano. Esto era considerado un oficio de mala reputación por los judaítas. Que un hombre rico como Zaqueo se subiera a este árbol en particular lo habría degradado aun más a los ojos de la gente, porque los sicómoros eran repudiados. Este árbol era considerado un árbol marginal del camino. Los pobres solían dormir bajo sus amplias ramas y comerse los higos de la parte inferior, que también se usaban para alimentar a las vacas y a los cerdos. Pero a Zaqueo no le importó si recibía burlas de la comunidad. Con humildad se subió a este árbol en reconocimiento de la importancia de la venida de Jesucristo a su pueblo.
Lucas 19:5 y 6,9:
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa [en la casa de Zaqueo].
Entonces él [Zaqueo] descendió aprisa, y le recibió gozoso.
Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham [un creyente].
Zaqueo tenía un anhelo, un deseo persistente de ver y aprender más sobre este Jesús de Nazaret. No iba a permitir que nada lo desanimara de lograr su objetivo. Así que fue humilde y se trepó en el sicómoro. Cuando Jesús lo vio en el árbol y le dijo que bajara para quedarse en su casa, Zaqueo se apresuró y lo recibió con alegría. Debido a la humildad de Zaqueo para recibir al Hijo de Dios, Dios pudo bendecir no solo a Zaqueo sino también a su casa. Este rico e importante recaudador de impuestos tenía un corazón manso y humilde, y su vida cambió para siempre.
Seamos como Zaqueo y no nos desanimemos en hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas y disfrutar de las bendiciones. Mantengamos nuestros corazones humildes al tomar acciones que nos lleven a aprender más acerca de Dios, de Jesucristo y de la Palabra de Dios.