Mi entusiasmo aumentaba a medida que me acercaba al final de una carrera de cinco kilómetros que cruzaba mi linda ciudad natal. Completar la carrera significaba recorrer los cinco kilómetros en su totalidad—no 4,8 ni 4,9 kilómetros—sino, ¡todos los cinco kilómetros! Sólo entonces yo podría decir que había completado la carrera y había llegado hasta el final.
Jesucristo a menudo se involucró en la vida de otras personas y «llegó hasta el final» con el amor de Dios para traer la liberación de Dios a sus vidas. Dios nos ha llamado a andar en amor como también Cristo nos amó (Efesios 5:2). Nosotros podemos andar como Cristo anduvo y llegar hasta el final con el amor de Dios, a medida que procuramos ayudar a otros. Vamos a examinar cuatro claves que nos ayudarán a lograrlo.
La primera clave que nos ayudará a llegar hasta el final con el amor de Dios es preparar nuestros corazones con la Palabra de Dios.
Colosenses 3:16:
La palabra de Cristo [con relación a Cristo] more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.
Nosotros, por nuestro libre albedrío, decidimos estudiar y leer la Palabra de Dios y permitir que ella more o viva en nuestros corazones—no escasamente, sino ¡en abundancia! Eso nos permite disfrutar las gemas de la verdad de Dios y compartirlas amorosamente con otros en cada oportunidad que se nos presente. La Palabra de Dios nunca se queda corta cuando se trata de suplir necesidades. Por el contrario, ella siempre provee verdadera liberación a la gente, en cada categoría de la vida.
Otra clave para ayudarnos a llegar hasta el final con el amor de Dios es desechar el temor.
II Timoteo 1:7:
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
I Juan 4:18:
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor….
Cuando andamos en amor, no hay lugar para el temor. De hecho, ¡echamos el temor! Sin temor en nuestras vidas, estaremos en paz cuando ayudamos a otros y sin miedo de involucrarnos en sus vidas. La palabra «amor» aparece como el remedio contra el temor en ambos versículos. Al saber que podemos andar sin temor y que el amor de Dios nunca deja de ser (I Corintios 13:8), entonces tendremos la confianza de poder llegar hasta el final para ayudar a otros.
La próxima clave es orar mucho.
Filipenses 4:6:
Por nada estéis afanosos [ansiosos], sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
Cuando oramos, le permitimos a Dios que sea nuestro socio para ayudar a otros. Dios es el que escudriña los corazones (Romanos 8:27). No podríamos tener un mejor compañero de equipo que Aquél ¡que conoce el corazón de la otra persona! En la medida que le confiamos a Dios nuestras oraciones, se elimina cualquier pensamiento de ansiedad que pudiéramos tener para ayudar a otros.
La última clave para ayudarnos a llegar hasta el final con el amor de Dios es dar instrucciones a otros para que crean correctamente.
II Timoteo 2:24:
Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.
Podemos ser aptos para enseñar y dar la instrucción de la Palabra de Dios a otro creyente o a alguien que todavía no ha sido enseñado en la Palabra de Dios. Puede que esto implique mucha enseñanza y dirección, y también requiera que soportemos, siendo pacientes y longánimos. Les ayudamos a medida que crecen, con la meta de ayudarles a creer por sí solos y que Dios llegue a ser su suficiencia. ¡Así ellos podrán tener la oportunidad de llegar hasta el final con el amor de Dios y ayudar a otros!
¡Qué gran gozo tuve cuando llegué al final de mi carrera de 5 kilómetros! Al preparar nuestros corazones con la Palabra de Dios, sin temor, orando mucho y proveyendo instrucción para que otros crean correctamente, nosotros podremos tener gran gozo por haber llegado hasta el final con el amor de Dios, a medida que nos extendemos a otros para ayudarles.