En la escuela, unos días antes de las vacaciones de diciembre, un compañero de clase de mi hijo exclamó con orgullo: «¡cómo me encanta celebrar el nacimiento de Jesús!» Mi hijo le dijo a su amigo que él admiraba su amor por Jesús y su deseo de poner a Dios primero durante una época del año cuando la gente se puede ocupar más de los asuntos materiales que de los espirituales. Luego, mi hijo le explicó también que Jesucristo realmente no había nacido el 25 de diciembre, cuando por tradición la mayoría de los cristianos celebran su nacimiento. Él sabía esto porque mi esposo y yo le habíamos enseñado la Palabra en cuanto a este tema. Las Escrituras, sustentada por registros históricos, aportan varias referencias sólidas con respecto a la fecha en que Jesucristo en realidad nació.
Un factor que nos ayuda a determinar la fecha del nacimiento de Jesucristo es la fecha de la concepción y nacimiento de Juan el Bautista, el cual precedió al de Jesucristo por seis meses. Zacarías, el hombre que sería el padre de Juan el Bautista, era un sacerdote de la clase de Abías (Lucas 1:5), lo cual significaba que estaba asignado para llevar a cabo, durante dos semanas específicas al año, ciertas responsabilidades en el Templo de Jerusalén. Haciendo cálculos con la ayuda de las tablas cronológicas, sabemos que los sacerdotes de la clase de Abías tuvieron el primer término de su servicio anual en la última semana de mayo (conforme a los meses de nuestro calendario) en el año 4 a. de C. Fue durante ese tiempo que el padre de Juan supo que iba a tener un hijo (Lucas 1:8-13). Una vez que Zacarías cumplió con su clase, él habría regresado a su hogar en la región montañosa de Judea, a principios de junio del año 4 a. de C. Poco después y conforme a lo que el ángel le había prometido, su esposa Elisabeth concibió y nueve meses más tarde, en marzo del año 3 a. de C., Juan el Bautista nació.
Durante el sexto mes del embarazo de Elisabeth (en diciembre de 4 a. de C.), tres meses antes de que Juan naciera, Dios envió al ángel Gabriel para anunciarle a María que ella también concebiría y daría a luz un hijo (Lucas 1:26-31). María respondió al ángel diciendo: «…He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra…» (Lucas 1:38). Es posible que María haya concebido en el momento en que ella pronunciara esas palabras. Los nueve meses a partir de diciembre de 4 a. de C., fijan el nacimiento de Jesús en septiembre del año 3 a. de C.
El nacimiento de Jesús en septiembre del año 3 a. de C. también está respaldado por el relato Bíblico en Lucas 2.
Lucas 2:1,4-6:
Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo [una referencia figurada al Imperio Romano] fuese empadronado [registrado].
Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;
para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
Estos versículos indican que Jesús nació durante el empadronamiento hecho en todo el Imperio Romano para asentar una declaración oficial de lealtad política a César Augusto de parte de todos sus súbditos. La evidencia histórica indica que dicho censo ocurrió en el año 3 a. de C., un año antes del vigésimo quinto aniversario del poder supremo de César, que se celebró en el año 2 a. de C. Esta evidencia histórica confirma que el nacimiento de Jesús fue en el año 3 a. de C.
Septiembre era la fecha más oportuna del año para llevar a cabo tal empadronamiento porque el clima era más templado para viajar, las cosechas ya habían sido recogidas y porque se estaba terminando el año civil de los judaítas y comenzando uno nuevo.
Lucas 2:7:
Y dio [María] a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Este versículo explica que después de que María diera a luz su hijo, ella lo acostó en un pesebre, comúnmente usado como recipiente para dar alimento a los animales en un establo o corral. Ella hizo esto porque no había lugar para ellos en la posada. La falta de habitaciones en la posada se debía a la gran cantidad de personas que habían venido a empadronarse en Belén. Diciembre habría sido un mes demasiado frío para mantener a un bebé recién nacido en un pesebre, pero en septiembre, el clima era lo suficientemente templado para que tal solución fuese aceptable. Ese detalle también acredita a septiembre de 3 a. de C. como el mes del nacimiento de Jesucristo.
Otro aspecto de este relato que reafirma que el nacimiento de Jesús no fue en diciembre se encuentra en el versículo 8.
Lucas 2:8:
Había pastores en la misma región [en los alrededores de Belén], que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
En los tiempos Bíblicos, a finales del verano o a comienzos del otoño, los granjeros con frecuencia empleaban pastores para que se quedaran de noche con sus manadas y lograr que el estiércol de las ovejas fertilizara sus terrenos. Sin embargo, desde noviembre hasta febrero las noches eran demasiado frías como para apacentar las ovejas. La presencia de pastores es otra indicación de que Jesucristo no pudo haber nacido en diciembre.
El relato de la concepción y el nacimiento de Juan el Bautista fija el nacimiento de Jesucristo en septiembre de 3 a. de C. El relato en Lucas 2 establece que fue en el mes de septiembre, y no en diciembre, porque en diciembre el clima no era favorable para viajar, ni para mantener a un bebé recién nacido en un pesebre, ni para los pastores apacentar las ovejas en la noche. Si usted desea obtener más información sobre este tema tan interesante, la puede encontrar en el libro en inglés Jesus Christ Our Promised Seed [Jesucristo, nuestra simiente prometida], disponible para comprar en la librería de The Way International.