En la historia encontramos abundantes nombres de personas notables. También hay nombres de personas notables hoy en día. Son nombres que representan riqueza, posición, fama. No obstante, Dios ha decretado el nombre de Su Hijo—el nombre de Jesucristo—para ser superior sobre todo nombre. Y es en su nombre donde radica el verdadero poder.
Dios le dio a Jesucristo un nombre que es sobre todo nombre y Dios le ha dado a Su pueblo la autoridad para usar ese nombre y verdaderamente lograr poderosos resultados en la vida. El nombre de Jesucristo no es un nombre «mágico» que se dice sin pensar o sin razón alguna. Sin embargo, cuando lo decimos con creencia, estamos usando un poder que es real, divino y espiritual, que nos fue otorgado en nuestro poder legal de representación. Cuando entendemos nuestro poder legal de representación y usamos el nombre de Jesucristo en nuestra vida diaria, nosotros podemos vivir con poder.
El poder legal de representación es el derecho legal de usar el nombre de la persona que le ha entregado a usted el poder. Dios invistió con poder el nombre de Jesucristo y nos confirió el derecho legal de utilizar ese nombre cuandoquiera y dondequiera que sea necesario.
Efesios 1:18-23:
alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,
la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestraen los lugares celestiales,
sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero;
y sometió todas las cosas bajo sus pies,y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
la cual es su cuerpo,la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Es debido a la autoridad y a la victoria de Jesucristo sobre las tinieblas espirituales, que en su nombre hay poder—la habilidad para hacer que las cosas ocurran. Y es en el nombre de Jesucristo que podemos hacer las obras que él hizo y aun mayores.
Juan 14:12-14:
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
Jesús trajo liberación, sanó a los enfermos, operó el poder de Dios en contra del reino espiritual. Esas fueron las obras que él hizo. Nosotros podemos hacer hoy en día las mismas obras gracias a nuestro poder legal de representación, por medio del cual, Dios nos dio la autoridad para usar el poder que hay en el nombre de Jesucristo. Podemos usar el nombre de Jesucristo en nuestras oraciones, pensamientos y acciones, y obtener poderosos resultados. Cuando oramos por otros en el nombre de Jesucristo, podemos creer por su sanidad y liberación. En el nombre de Jesucristo podemos superar dificultades y prisiones mentales. Podemos hacer todo en el nombre de Jesucristo, en nuestras palabras y obras, y traer el poder sobrenatural de Dios a situaciones en la vida diaria.
Sin embargo, simplemente decir el nombre de Jesucristo no es suficiente. Tenemos que creer, estar plenamente persuadidos y seguros de que nuestras palabras se cumplirán. Todo poder es energizado por la creencia. La creencia es lo que produce resultados extraordinarios cuando usamos el nombre de Jesucristo hoy en día.
Jesucristo hizo obras milagrosas porque él estaba convencido de la voluntad de Dios. Con creencia habló las promesas de Dios para que se convirtieran en realidad (Marcos 6:34-44). Nosotros podemos estar seguros de que Dios hará que Su Palabra se cumpla a medida que creemos y reclamamos nuestro poder delegado en el nombre de Jesucristo.
Mi esposo y yo hemos recibido respuestas a oraciones en el nombre de Jesucristo, en situaciones que a primera vista parecían imposibles. Hemos usado el nombre de Jesucristo para liberar a un amigo de espíritus diabólicos que le impedían vivir su vida con gozo. Nosotros mismos hemos recibido sanidad en el nombre de Jesucristo, y a la vez, hemos ministrado sanidad a otros en el nombre de Jesucristo.
El nombre de Jesucristo nunca deja de tener poder. Tenemos el derecho legal de beneficiarnos del ilimitado poder de Dios, en la cantidad y en la frecuencia que lo necesitemos. A medida que creemos, podemos tener gran gozo y poder en la vida por medio del nombre liberador de Jesucristo.
Juan 16:23 y 24:
…De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.