En el sitio web de The Way International hay una hermosa y clara declaración de nuestras creencias, y una de esas declaraciones dice: «Nosotros creemos en un solo Dios, el Creador de los cielos y la tierra; en Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nuestro señor y salvador, a quien Dios levantó de los muertos; y creemos en las operaciones del Espíritu Santo». Esta verdad de un solo Dios, prevaleció a lo largo del Antiguo Testamento, en el período de los Evangelios y en la Iglesia del primer siglo. Hoy en día, esa sigue siendo una verdad vital que los creyentes pueden compartir con otros.
La verdad de un solo Dios fue proclamada en el Antiguo Testamento. Esta verdad diferenciaba al pueblo de Dios con aquellos que adoraban a otros dioses en los tiempos del Antiguo Testamento. Moisés, por revelación, escribió las verdades fundamentales acerca de un solo Dios.
Deuteronomio 6:4,14:
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.
No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos.
A veces, el pueblo de Dios dejó de adorar al único Dios verdadero y se fue tras los dioses de los pueblos a su alrededor. Dios, por medio de Sus profetas y reyes, llamó claramente a Su pueblo para que volviera a Él y quitara a esos otros dioses. De esta manera, Él podría liberarles y bendecirles.
1 Samuel 7:3:
Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos.
Proclamar la verdad de un solo Dios continuó a lo largo del Antiguo Testamento. Veámoslo en el último libro del Antiguo Testamento.
Malaquías 2:10:
¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?…
Jesucristo enseñó el mismo concepto de un solo Dios que sus antepasados habían seguido y esta misma verdad fundamental continuó en la Iglesia del primer siglo. Jesús pronunció esta verdad en el Evangelio de Marcos.
Marcos 12:29 y 30:
…El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, El Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento.
A principios de la Administración de Gracia, el apóstol Pablo, un líder clave en la Iglesia del primer siglo, hizo referencia al único Dios verdadero en los libros de la Biblia dirigidos a los creyentes renacidos.
1 Corintios 8:6:
para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
1 Timoteo 2:5:
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.
Hoy en día, la verdad del un solo Dios continúa siendo una verdad vital que los creyentes renacidos pueden compartir con los demás.
En el vigésimo primer siglo, es nuestro turno de llevar la luz de la Palabra de Dios a los hombres, las mujeres y los jóvenes con relación a la verdad de un solo Dios y liberarlos así de las doctrinas erróneas que los ha mantenido cautivos. Ya sea un individuo, una familia, una comunidad o una nación, la verdad de un solo Dios producirá liberación en sus vidas.
Solamente el único Dios verdadero merece todo nuestro más profundo amor y dedicado compromiso. Desde Génesis hasta Malaquías, los creyentes del Antiguo Testamento fueron llamados a regresar a esta verdad fundamental. Luego, en la Administración de los Evangelios y en los inicios de la Administración de Gracia, Jesucristo y otros declararon la soberanía de Dios y la verdad de un solo Dios. Como creyentes en el vigésimo primer siglo, a quienes se les ha confiado la Palabra, tenemos el privilegio, la responsabilidad y la tremenda oportunidad de compartir con otros esta verdad vital con relación al único Dios verdadero.