En el día de Pentecostés y debido a lo que Dios logró por medio de Su Hijo Jesucristo, la gente por primera vez pudo renacer del espíritu de Dios y ser empoderada para vivir las riquezas de la gloria del Misterio. El gran misterio es que los judaítas y los gentiles son ahora coherederos y miembros del mismo cuerpo (Efesios 3:6) y que Cristo está en cada uno de ellos (Colosenses 1:27). No hay ningún otro elemento que sea de tan suprema importancia―para la Iglesia de Dios, para los creyentes renacidos, para el cuerpo de Cristo―que el gran misterio. Dios nos ha dado recursos espirituales―que incluyen nuestros derechos filiales, la manifestación de espíritu santo y el fruto del espíritu—que nos han preparado y equipado para vivir este Misterio.
Examinemos estos recursos. La primera categoría de recursos que nos empoderan para vivir el Misterio son nuestros derechos filiales. Estos cinco derechos son: redención (Efesios 1:7), justificación (Romanos 4:25), justicia (Romanos 5:17), santificación (2 Tesalonicenses 2:13), y el ministerio de reconciliación (2 Corintios 5:18).
Las Epístolas a la Iglesia muestran que hemos sido redimidos de un estado de caídos y liberados de la posesión legal del príncipe de la potestad del aire (Satanás). Hemos sido justificados, absueltos de la pena del pecado y declarados aceptos ante Dios. Hemos recibido la naturaleza de Dios en el don de espíritu santo, lo cual nos hace tan justos como Dios es justo. Somos santificados, hechos salvos y puestos aparte para el cielo. Tenemos la habilidad y la autoridad para reconciliar a otros con Dios, trayendo de vuelta a aquellos que estaban separados de Él. Estos son cinco derechos filiales que nos ayudan a entender y a vivir conforme a nuestra verdadera identidad espiritual. ¡Mantenernos firmes y con denuedo en estos derechos legales nos autorizan a vivir dinámicamente y a prevalecer con Dios!
La segunda categoría de recursos que nos empoderan para poner el Misterio en acción, son las manifestaciones de espíritu santo. Lo que Dios logró en el nuevo nacimiento, nos ha provisto no solamente con derechos filiales, sino también con el poder de espíritu santo para alcanzar y obtener logros impresionantes para Él y para Su gente. Tal como se listan en 1 Corintios 12:8-10, la manifestación de espíritu santo tiene nueve partes únicas y sin embargo unidas. El versículo siete expresa bellamente: «Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho».
Cada creyente lleno de espíritu santo tiene el privilegio y la responsabilidad de evidenciar todas las nueve manifestaciones del espíritu en la Iglesia para el beneficio o para el provecho de todos. Hablar en lenguas, interpretación de lenguas y profecía son manifestaciones inspiracionales, o sea, son enunciadas por inspiración. Palabra de ciencia, palabra de sabiduría y discernimiento de espíritus son manifestaciones de revelación. Se les ha llamado los ojos y los oídos de la Iglesia, puesto que nos dan esa información que no está disponible saber por medio de los cinco sentidos. Ellas nos dan provecho y nos capacitan para ministrar eficazmente a otros. Fe (creencia), el hacer milagros y dones de sanidades son manifestaciones de poder, o de impartir. Ellas atraen la atención de la gente hacia Dios y ¡producen liberación de parte de Dios por medio del poder de Su fuerza! De la misma manera como la Iglesia del primer siglo usó estos recursos para andar poderosamente, volviendo una realidad las bendiciones y la liberación de Dios, ¡de igual manera nosotros podemos hacerlo!
El fruto del espíritu es nuestra última categoría de recursos por considerar que nos ayuda a vivir dinámicamente el Misterio. Como si los derechos filiales y la manifestación de espíritu santo no fueran suficientes, Dios nos ha proporcionado una manera de demostrar en el mundo de los sentidos nueve maravillosas cualidades del hombre interior, el Cristo en nosotros.
Gálatas 5:22 y 23:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Este fruto espiritual se va produciendo a medida que andamos por el espíritu, operando las manifestaciones de espíritu santo. Las cualidades del Cristo en nosotros irradian a medida que vamos produciendo el fruto del espíritu, y otros son enriquecidos por estas cualidades, a medida que las ven en nuestras vidas.
Hemos examinado y descubierto tres poderosos aspectos del nuevo nacimiento que Dios tan amorosamente nos ha proporcionado para ayudarnos a estar firmes y a prevalecer hoy en nuestro tiempo y época. Nuestros derechos filiales nos autorizan para que estemos firmes, por encima de los ataques espirituales que pudiéramos enfrentar. Las manifestaciones nos empoderan para actuar en representación de Dios y prevalecer en la competencia espiritual. El fruto que producimos está a la vista, ayudándonos a glorificar al Dios Quien ha hecho disponible y alcanzable nuestras vidas abundantes. Ciertamente, el Dios Todopoderoso nos ha equipado con todos los recursos necesarios para vivir el gran misterio que fue revelado para nosotros. Estamos calificados, estamos autorizados, y SÍ, ¡estamos empoderados para vivir el Misterio!