Una de las características únicas de Dios es que Él es omnipresente. Para algunos de nosotros, este concepto puede ser difícil de entender. Ayuda el saber y recordar que Dios es Espíritu (Juan 4:24) y no está atado a ninguna limitación de los cinco sentidos. Dios es omnipresente, y aun así, Él toma cuidado de cada uno de nosotros individual y personalmente; no hay ningún momento en el cual Él no está con nosotros y no hay ninguna situación que tenemos que enfrentar solos. En Su presencia, podemos andar con confianza y gozo.
¡Cuán asombroso es que, a pesar de la amplitud y la magnitud de la habilidad de Dios, de ser omnipresente, la relación que Él desea con cada uno de nosotros es una personal de tierna intimidad!
Salmos 139:1-3:
Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos.
No hay nada que podemos ni necesitamos esconder de nuestro Padre celestial, ni hay nada que puede disminuir Su amor por nosotros. Eso es lo que constituye una relación íntima. Nuestro Padre todopoderoso y omnipresente desea ser a Quién abrimos nuestros corazones. Dios no nos está mirando para juzgarnos ni condenarnos por nuestras faltas. ¡No hay nada más lejos de la verdad que eso! Él no es omnipresente para condenarnos, sino para ayudarnos a andar en las abundantes bendiciones que Él desea para nosotros.
Jeremías 29:11:
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Habrán momentos cuando quizá pensamos que estamos lejos de la presencia de Dios. Pero en la siguiente maravillosa sección de escritura, Dios nos asegura que ningún lugar—sin importar cuán distante u obscuro sea—está más allá de Su presencia. En todo lugar y en cualquier lugar, Él aún está con nosotros para dirigirnos y guiarnos y sostenernos.
Salmos 139:7-11:
¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar,
Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.
Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Dios desea que sepamos que Él es omnipresente y por lo tanto está con nosotros en todo momento y en toda situación para que seamos fuertes y valientes en Él. A medida que recordamos esta verdad, no temeremos ante cualquier dificultad, sin importar cuán insuperable parezca. Esto incluye no solo las dificultades personales, sino también aquellos que enfrentamos como una comunidad o una nación. Josué guío confiadamente a los hijos de Israel a la victoria, a medida queél creyó firmemente esta inequívoca promesa de Dios.
Josué 1:9:
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Las promesas de Dios son tan claras y verdaderas para nosotros hoy día como lo fueron el día que Dios las declaró a Josué. Dios está con nosotros dondequiera que vayamos. En Su presencia, podemos andar con confianza.
Nuestras vidas no solamente son hechas más fuertes, sino también más dulces, a medida que cada uno reconoce y disfruta morar en la presencia de nuestro Padre. Una vívida imagen de esto se encuentra en Salmos 16:11, donde leemos que Dios nos muestra la senda de la vida. Solamente esto sería maravilloso, ¡pero hay más! En Su presencia hay plenitud de gozo, y en Su diestra hay delicias para siempre. A medida que vivimos en Su presencia, podemos andar con gozo.
Hemos visto que la habilidad de Dios de ser omnipresente es una de maravillosa amplitud y poder, y aun así Él es un Padre muy personal y tierno para cada uno de nosotros. No importa cuán lejos pensemos que estamos de Él, mental o físicamente, Él está ahí para amorosamente sostenernos y guiarnos. Su constante presencia nos da la valentía, la fuerza y la confianza que necesitamos para enfrentar y vencer cualquier dificultad. En la presencia de Dios fluye la abundancia del gozo y las bendiciones ilimitadas. Recordemos y no seamos removidos del conocimiento de que nunca estamos solos. En nuestras propias vidas y en este mundo podemos estar confiados y gozosos, porque nuestro Dios y Padre es, y siempre será, omnipresente.