¿Alguna vez se ha parado detrás de alguien en una fila frente a la caja registradora en un supermercado o en una gasolinera y ha observado cómo esa persona saca todo su sencillo, sus monedas, sus billetes pequeños o aun los grandes para pagar por su boleto de la lotería? Cada persona que compra un boleto da una porción de su sueldo por la posibilidad de recibir un gran premio monetario, y la probabilidad de ganar es usualmente una en un millón. Están dispuestos a perder algo por si acaso puedan ganar.
Algunas personas botan el dinero que han ganado con el sudor de su frente en juegos del azar, porque no saben o no entienden esta sencilla verdad—¡Dios suple nuestra necesidad! Sí, Dios es Aquel que suple nuestra necesidad de acuerdo con Su Palabra, a medida que tomamos acción con creencia. Cuando confiamos en Dios para que supla nuestra necesidad y tomamos acción con creencia, conforme a Dios, nadie tiene que perder para que otros ganen. Hacer la Palabra es una situación ganadora para todos.
Filipenses 4:19:
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Dios, como la Fuente de nuestro suministro, desea que cada hombre y mujer cristiano prospere.
III Juan 2:
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.
Ahora que vemos de Su Palabra que Dios es Aquel que suple nuestra necesidad y que Él quiere que prosperemos, también tenemos que reconocer que Él nos dice un paso específico para recibir Su prosperidad en nuestra vida. No tenemos que dejar al azar nuestra prosperidad.
Malaquías 3:10:
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
La palabra «diezmo» significa una décima parte. Es la décima parte, o el 10 por ciento, de nuestro ingreso neto. Damos el diezmo para la obra del Señor.
Proverbios 3:9,10:
Honra a Jehová con tus bienes,
Y con las primicias de todos tus frutos.
Y serán llenos tus graneros con abundancia,
Y tus lagares rebosarán de mosto.
Estamos dando las «primicias» de nuestro incremento por medio de dar el 10 por ciento del tope de nuestro ingreso neto. A medida que estudiamos la Palabra de Dios, aprendemos que la prosperidad según Dios comienza con el diezmo. A través de la Biblia, la prosperidad material siempre gira en torno al diezmo. Establecido siglos atrás como la ley básica de Dios para la prosperidad, el diezmo es una manera práctica por medio de la cual mostramos nuestra buena voluntad de buscar primeramente a Dios, de trabajar con Él como nuestro socio, de recibir la prosperidad que nos corresponde de acuerdo con Su amor y Sus riquezas en gloria. Veamos otro beneficio de diezmar.
Malaquías 3:10,11:
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
Cuando diezmamos, Dios no sólo nos prospera a nosotros, sino que Él también no permite que el «devorador» (el adversario, el Diablo) destruya las cosas por las cuales hemos trabajado. Por nuestro libre albedrío de diezmar, podemos abrir la puerta a la abundancia y prosperidad de Dios y también a Su seguridad y protección.
Él diseñó los principios del dar y recibir para el beneficio del hombre.
Lucas 6:38:
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
II Corintios 9:6,7:
Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.
Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
Dios hace disponible el diezmo como una manera para que las personas agradecidas le puedan honrar a Él por todo lo que Él ha hecho. Cuando reconocemos a Dios con nuestras «primicias» y tenemos amor en nuestro corazón y la devoción apropiada en nuestra alma, abrimos el camino para que la prosperidad financiera y material de Dios fluya hacia nosotros. El diezmo es la ley mínima absoluta de Dios de la libertad financiera, la prosperidad y la abundancia. Ir más allá del diezmo es cuando comienza el compartir abundante. El compartir abundante abre la puerta para que abunden las riquezas espirituales en la vida del creyente (II Corintios 8 y 9).
A medida que tomamos la acción con creencia de diezmar de buena voluntad y con corazón alegre, tenemos la garantía de Dios de recibir Sus bendiciones. Dios no quiere que estemos en una fila esperando para dar nuestro dinero que hemos ganado con el sudor de nuestra frente a los sistemas del adversario del azar con esperanzas de ganar el premio de la lotería. A cambio, ¡Él quiere que sepamos, creamos y actuemos en Su Palabra, porque es verdad! Con Dios, no podemos perder, sólo ganar. ¡Dios suple nuestra necesidad!