En los momentos más difíciles de la vida, las personas buscamos instintivamente algo o alguien a quien aferrarnos para obtener fuerza. Anhelamos seguridad, una razón para seguir adelante, alguna forma de ver que la vida sí tiene sentido. Pero hay una sola fuente que puede satisfacer verdaderamente esa necesidad, que ofrece un propósito y una esperanza duradera: el Dios de esperanza (Romanos 15:13). Al acudir a Su Palabra, encontramos poderosos recordatorios de Sus promesas perdurables. Examinaremos Su Palabra para ver lo que ya ha sido establecido para nosotros con respecto a la esperanza de la venida de Cristo. Hay tres ejemplos en los que Dios da esperanza a Su gente para ayudarlos a seguir adelante, especialmente en tiempos difíciles, estos son: (1) Su plan de redención en las estrellas; (2) la promesa de un redentor; y (3) el retorno prometido del redentor.
En primer lugar, cuando Dios originalmente puso los cielos en orden mientras los preparaba para el hombre, Él diseñó a las estrellas con el fin de que mostraran Su plan de redención. Dios ha comunicado constantemente la verdad de la venida de Cristo para animar a Su gente a seguir mirando hacia adelante y avanzando, especialmente durante los tiempos difíciles. Él planeó que nuestra redención fuera comunicada en las estrellas antes de que se pusiera por escrito. Él organizó estas maravillosas buenas nuevas para que todos las vieran.
Génesis 1:14:
Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales….
La palabra hebrea para «señales» se usa para señalar la venida de alguien importante. Este sería nuestro redentor—Jesucristo. Las estrellas son una manera que Dios escogió para comunicar Su plan acerca del redentor venidero. Dios planificó con precisión la primera venida de nuestro salvador.
En los tiempos difíciles después de la caída del hombre, Dios, en Su misericordia, prometió la muy necesaria esperanza de un redentor. Cuando Dios hace una promesa, la respalda.
Génesis 3:15:
Y pondré enemistad entre ti [la serpiente, el Diablo] y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta [la simiente de la mujer, el redentor] te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Este versículo expone una promesa, la venida de un redentor. A pesar de que Adán había transferido el dominio de la tierra al adversario, nuestro Dios le dio esta profecía a Adán y Eva en Génesis 3:15, dando esperanza para las generaciones venideras. Esta esperanza se cumplió con la primera venida del redentor, Jesucristo. Al igual que la primera venida de Jesucristo que dio esperanza a los creyentes del Antiguo Testamento, nosotros también tenemos una gran esperanza. Podemos resistir porque nuestro redentor va a regresar.
Después que Jesucristo ascendió, Dios ayudó a los creyentes a seguir avanzando con la esperanza, la promesa del regreso de Cristo. Ahora estamos en la era de la gracia, y esta es nuestra oportunidad de seguir adelante con la esperanza. La palabra griega elpís, se traduce con mayor frecuencia como «esperanza» en el Nuevo Testamento, significa «una perspectiva alegre y firmemente sostenida de un bien futuro». Se refiere a la «expectativa gozosa y con confianza» de un creyente, acerca del futuro que viene con la salvación. Bíblicamente, elpís también puede referirse al «bien esperado, aquello que esperamos». Dios cumplirá Su Palabra con respecto a la promesa del regreso de Cristo. Dios es fiel.
Hebreos 6:17-19:
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento;
Para que por dos cosas inmutables, en las que es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza [elpís] puesta delante de nosotros;
La cual tenemos como segura y firme ancla del alma….
La esperanza es un ancla en la que podemos confiar para sostenernos. La Palabra de Dios tiene integridad. «Dios no es hombre para que mienta…» (Números 23:19). Podemos estar «seguros y firmes». Lo que sea que nos venga en la vida, esta esperanza es un impulso seguro para mantenernos en movimiento. Dios no solo garantiza la esperanza, sino que Él desea que nosotros en la Administración de Gracia «abundéis en esperanza» (Romanos 15:13). La promesa del regreso de Jesucristo nos da un propósito en la vida.
Los momentos más difíciles de la vida son temporales. Dios da a Su gente una esperanza que es permanente: la expectativa de un buen futuro. Es algo por lo que podemos vivir hoy y que se cumplirá en el futuro. ¡Qué bendición! Con un conocimiento firme de esta esperanza que el Dios de la esperanza nos ha dado, podemos seguir adelante, anticipando una victoria que está garantizada. En Dios, tenemos la respuesta para una vida plena, ¡porque podemos abundar en esperanza!