«Creo que puedo, creo que puedo, creo que puedo», repetía la pequeña locomotora azul, a medida que subía por el carril en la montaña para llevar juguetes y buena comida a los niños al otro lado de la montaña. Este clásico cuento infantil en inglés, The Little Engine That Could [La pequeña locomotora que podía], ilustra una verdad poderosa: lo que confesamos en nuestro ser más interior es lo que manifestamos en nuestra vida. ¡Lo que pensamos, decimos y hacemos sí importa! Afecta directamente lo que recibimos.
Esta pequeña locomotora, impulsada por la repetitiva confesión positiva, llegó a la cima de la montaña y alcanzó su destino deseado—y así mismo nosotros. Nosotros también podemos «subir nuestras montañas» y con el conocimiento de la Palabra de Dios, recibir la abundancia y el poder de Dios. Cuando usted y yo alineamos nuestros pensamientos, palabras y acciones con lo que Dios establece en Su Palabra, nos estamos poniendo de acuerdo con el Dios Todopoderoso, el Creador de los cielos y de la tierra. Con Su respaldo poderoso cuando creemos, estamos en el carril para recibir la abundancia y el poder que Él nos promete.
I Tesalonicenses 2:13:
Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.
Ponerse de acuerdo con Dios permite Su abundancia y poder en nuestras vidas, para que podamos vencer obstáculos y escalar nuestras montañas. Así que, examinemos (1) qué significa ponerse de acuerdo con Dios y (2) cómo lo hacemos.
Primero, ¿qué significa ponerse de acuerdo con Dios? Ponerse de acuerdo significa armonizar, decir que sí, ser de la misma opinión o estar en un mismo sentir. Sabemos que en nuestras relaciones personales ponerse de acuerdo con alguien a menudo requiere hacer ajustes. Ponerse de un mismo sentir con Dios requerirá algunos ajustes de nuestra parte, porque los pensamientos y los caminos de Dios son más altos que nuestros pensamientos y caminos, como lo vemos en el Libro de Isaías.
Isaías 55:8,9:
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Usted y yo tenemos el poder para determinar qué pensaremos y qué no pensaremos. Para ponernos de acuerdo con Dios, elevamos nuestros pensamientos al nivel de la Palabra de Dios. Escogemos encarrilarnos con la Palabra, sin permitir que ningún pensamiento de duda, preocupación o miedo nos descarrile.
Esto nos lleva a nuestro segundo punto ¿cómo nos ponemos de acuerdo con Dios? Veamos esta hermosa escritura que nos muestra cómo elevar nuestros pensamientos al nivel de la Palabra.
Filipenses 4:8:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
«En esto pensad»—lo hacemos memorizando escrituras especificas—repitiéndonos las verdades que están confirmadas en la Palabra de Dios. Podemos llevar nuestro modo de pensar a nuevas alturas—y mantenerlo ahí—por medio de la repetitiva confesión positiva. En el Libro de Marcos, hay un ejemplo notable de lo que podemos recibir cuando nuestros pensamientos están en el carril de la Palabra de Dios.
Marcos 5:25-28:
Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,
cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva.
The Amplified Bible [La Biblia Ampliada, versión en inglés], provee un importante matíz de la gramática en Marcos 5:28. En esta versión se lee: «Porque decía continuamente»—indicando que era un proceso mental contínuo. Ella continuaba confesando en su corazón pensamientos positivos, provenientes de Dios, y esto produjo el poderoso recibimiento de su confesión: «Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote» (Marcos 5:29).
Lo que pensamos, decimos y hacemos sí importa. Afecta directamente lo que recibimos. Para ponerse de acuerdo con Dios, elevamos nuestro modo de pensar al nivel de la Palabra de Dios. Encontramos las promesas de Dios que necesitamos—promesas tales como nuestra necesidad suplida (Filipenses 4:19), prosperidad y salud (III Juan 2), sabiduría (Santiago 1:5), fortaleza (Filipenses 4:13) y dirección (Proverbios 3:5,6). ¡Luego nos mantenemos confesando esa promesa, subiendo la montaña hasta que lleguemos a la cima! Cuando nos ponemos de acuerdo con Dios, permitimos Su abundancia y poder en nuestras vidas.