Como creyentes renacidos, tenemos la oportunidad de conocer a Dios y de vivir a la altura de todo lo que Él nos ha llamado a ser. Podemos tener confianza en Dios y podemos tener confianza para hablar por Él como embajadores en nombre de Cristo. Según el diccionario, la palabra «confianza» se define como la seguridad que alguien tiene en sí mismo, en otro o en una cosa. También significa esperanza firme. Piense en esto: ¿quién podría ser más confiable y en quién podríamos tener más seguridad sino Dios? Dios nunca deja de comprobar que Él es por nosotros (Romanos 8:31). ¿Por qué no comprobar que nosotros somos por Él? Como embajadores en nombre de Cristo, estamos calificados para ser Sus representantes. A medida que creemos lo que la Palabra dice acerca de quiénes somos, podemos hablar por Dios con confianza.
Primero, vamos a examinar lo que la Palabra de Dios dice que somos: embajadores en nombre de Cristo.
II Corintios 5:20:
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Un embajador es un representante autorizado o un mensajero nombrado por un país para que lo represente en otro. Somos embajadores. Somos representantes que tomamos el lugar de Jesucristo en la tierra. Proclamamos las obras del Señor para que otros puedan oír. Hablamos porque Dios nos ha llamado a hablar.
Romanos 10:14:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?
Tanto los salvos como los no salvos necesitan oír la Palabra hablada de Dios. La gente puede ser liberada y aprender acerca de quién es Dios cuando abrimos nuestras bocas para hablar. Les mostramos lo que la Palabra dice, lo que ha hecho por nuestras vidas y lo que podría hacer por ellos. Hemos sido transformados por Dios y otros pueden ser transformados también cuando se les da la oportunidad. ¡Nosotros podemos ser su oportunidad!
Dios nos ha llamado y nos ha dado una gran responsabilidad como creyentes. Dios nos ha dado la responsabilidad como embajadores en nombre de Cristo de darlo a conocer a Él. A medida que creemos lo que la Palabra de Dios dice que somos, podemos tener la confianza de hablar con denuedo por Dios, así como Pedro y Juan lo hicieron en el Libro de Hechos después de sanar al hombre cojo de nacimiento.
Hechos 4:13 y 14:
Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.
Antes de renacer, Pedro y Juan estaban llenos de miedo (Juan 20:19). Después de renacer y recibir el don de espíritu santo, ellos tuvieron una nueva actitud mental. Con el poder de Dios en ellos, manifestaron denuedo para hablar y llevar a cabo las obras de Jesucristo.
¿Qué es lo que nos puede detener? Una cosa podría ser nuestro viejo modo de pensar, que pudiera incluir actitudes mentales de miedo e incapacidad. Podemos hacer solamente lo que pensamos que podemos hacer. Podemos hablar solamente lo que hemos sembrado en nuestros corazones. Nuestro viejo modo de pensar puede decirnos que somos débiles o que solamente podemos confiar en nosotros mismos. Sin embargo, en Cristo, somos nuevas criaturas. Tenemos un nuevo modo de pensar conforme a la Palabra de Dios.
II Corintios 5:17:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [creación] es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Nuestra nueva naturaleza está llena de fortaleza y denuedo potenciales. Así que, ponemos en nuestras mentes lo que la Palabra dice y actuamos según ella. Nuestra confianza crece a medida tomamos la decisión de vencer nuestro viejo modo de pensar y cuando ponemos nuestra confianza en que Dios nos dará las palabras que debemos hablar. Consideramos lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo y pensamos en todo lo que Él puede hacer por nosotros en el futuro. En Hechos, Pedro y Juan no dudaban que Dios obraba en ellos y un hombre cojo fue sanado debido a su creencia (Hechos 3:1-8). ¡Imagínese el impacto que nosotros podemos tener!
Ahora somos hijos de Dios y ahora somos Sus embajadores calificados. Podemos estar firmes por Dios con confianza, así como Pedro y Juan lo estuvieron. Ellos reconocieron la nueva naturaleza que habían recibido en Cristo. Esta nueva naturaleza les capacitó para declarar a Dios y Su gran poder a todo el que quisiera escucharles. Nosotros también somos nuevas criaturas en Cristo. Dios obra en nosotros y nosotros podemos confiar en Él. Tengamos confianza para hablar por Dios porque sabemos que somos embajadores en nombre de Cristo y creemos lo que la Palabra dice.