¡Dios nos ha llamado a competir en Su equipo, el Cuerpo de Cristo! Tenemos un manual de reglas, la Palabra de Dios; tenemos compañeros de equipo, otros creyentes renacidos; tenemos una meta, ganar en la competencia espiritual; y tenemos determinación. Estamos listos para competir. Sólo necesitamos saber cómo competir juntos como equipo. El cómo es «en unidad». A medida que competimos en el equipo de Dios, tenemos que ser diligentes para trabajar juntos en unidad.
Como creyentes renacidos, somos miembros del Cuerpo de Cristo. No todos tenemos la misma función, pero todos sí nos necesitamos el uno al otro. Las habilidades destacadas de cada creyente renacido en el Cuerpo de Cristo contribuyen a victoria tras victoria en la competencia espiritual.
I Corintios 12:12:
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.
Cada miembro es necesario. Al trabajar en equipo, cada posición es vitalmente importante para el éxito del equipo. Una persona no puede llenar cada posición. Eso es lo que lo hace un equipo.
Romanos 12:4,5:
Porque de la manera que un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen a misma función,
Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
Una clave importante para trabajar en unidad en un solo Cuerpo y contribuir a las victorias que disfrutamos es reconocer que cada miembro es igualmente importante. ¡Es por eso que Dios ha colocado a cada miembro donde Él quiso!
I Corintios 12:18:
Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.
Cada creyente tiene una función, una manera de servir, que es únicamente suya. Entendiendo esto ciertamente lo hace más fácil para estar agradecidos el uno por el otro. Podemos tener mayor apreciación por cada uno de nuestros compañeros. ¿Pero cómo logramos que todos nuestros compañeros lleguen al punto de competir juntos para ganar?
Como miembros del Cuerpo de Cristo, trabajamos juntos en unidad. Nos esforzamos para estar de un mismo sentir. Determinamos no tener desavenencias, divisiones o disensiones. Todos hablamos una misma cosa de acuerdo con nuestro manual de reglas, la Palabra de Dios.
Efesios 4:2,3:
Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz.
I Corintios 1:10:
Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.
Filipenses 2:2:
Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
«Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» requiere de esfuerzo. Para estar de un mismo sentir, para hablar la misma cosa, para mantener la unidad, enfocamos nuestros esfuerzos en la misma dirección. Debemos fijar nuestros corazones y mentes en el mismo estándar. En el equipo de Dios, Su Palabra es ese estándar. A medida que nos vestimos de Su Palabra en nuestras mentes, estaremos pensando lo mismo. ¡A medida que buscamos el mismo estándar—la Palabra y voluntad de Dios—y acordamos juntos en su verdad, estaremos de un mismo sentir! Estaremos unánimes.
Tenemos gran gozo al trabajar juntos en unidad, sabiendo que cada uno de nosotros es un miembro en particular en el Cuerpo de Cristo. A medida que estudiamos el manual de reglas, la Palabra de Dios, y entrenamos juntos, estando de un mismo sentir, unánimes, disfrutaremos victoria tras victoria en la competencia espiritual como miembros del equipo de Dios.