El pasado mes de noviembre, en la Central de The Way International, participé en una carrera de 5 kilómetros con muchos otros creyentes cristianos entusiastas y nuestros invitados. Durante la carrera, pensé en estos versículos en la Biblia en los que Pablo describe su esfuerzo en seguir adelante hacia la meta, la línea final por el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:13 y 14:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta [la línea final] al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
En esa carrera de 5 kilómetros, pensar demasiado en esa primera etapa de la carrera no me iba a ayudar mucho a correr bien el resto de ella, pero pensar en la meta sí me ayudaría. De forma parecida, Pablo se comprometió a olvidar el pasado y a proseguir a la meta del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
¿Qué quiere decir esto? La meta, o la línea final hacia donde Pablo prosiguió en el versículo 14 es el retorno de Cristo. Cuando Cristo regrese, nosotros recibiremos al señor en el aire, y seremos reunidos junto con él, para siempre jamás. El supremo llamamiento de Dios en estos versículos es la invitación continua que Dios nos hace de andar para Él. Aunque nosotros como creyentes renacidos respondimos al llamamiento de Dios de ser Sus hijos por medio del nuevo nacimiento, y no podemos perder esa filiación, nosotros también podemos responder a cada momento al llamamiento diario de Dios a andar de tal forma que sea grato para Él. Vivir de esa manera dará como resultado el «premio» o las recompensas por nuestro fiel andar con Dios.
Para proseguir al supremo llamamiento de Dios, Pablo no podía enfocarse en sus logros pasados en el mundo.
Filipenses 3:4-6
Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia;
en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible.
Antes de renacer, Pablo tenía un trasfondo con excelentes credenciales en el mundo y con grandes ganancias personales en el ámbito de los sentidos. Sin embargo, nada de eso tenía importancia para él, comparado con servir a Dios. Después de renacer, él cambió totalmente su estilo de vida. En lugar de ir tras lo que él en algún momento había considerado importante, él empezó a proseguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios. Para tener verdadero éxito, él mantuvo viva en su mente y en su corazón la visión de la esperanza del retorno de Cristo y se enfocó en los asuntos espirituales.
Filipenses 3:7 y 8:
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
Pablo no anduvo con rodeos. Consideró sus logros pasados como basura comparado con el conocimiento de Cristo.
El versículo 3 de Filipenses 3, muestra otros principios espirituales a los que Pablo se adhirió y que le ayudaron a proseguir a la meta, al supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:3:
Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne [el reino de los sentidos].
En la página 185 de La Iglesia Nueva y Dinámica, el Presidente y Fundador de The Way International, el doctor Victor Paul Wierwille, escribió: «El gloriarse en Cristo Jesús es posible únicamente por medio de la renovación de la mente y concentrarnos en los asuntos espirituales—confiar en lo espiritual en vez de confiar o tener seguridad en la carne».
Olvidar lo que quedaba atrás, no confiar en la carne y elevar su enfoque hacia los asuntos espirituales, fue lo que ayudó a Pablo a elevarse al llamamiento de Dios. Pablo dedicó sus esfuerzos y se enfocó en el supremo llamamiento al que Dios le llamó, y él exhortó a otros hacer lo mismo.
Pablo no se enfocó en los triunfos de su pasado en el mundo―él no se «durmió en los laureles». Todo lo contrario, dijo: «extendiéndome… prosigo» al supremo llamamiento de Dios. Nosotros también podemos vivir así, a medida que continuamos creciendo en nuestro conocimiento de Cristo Jesús, nuestro señor, con la esperanza de su retorno en nuestros corazones. La carrera de 5 kilómetros en la que participé fue un evento puntual. Proseguir o seguir a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús, no es un evento puntual sino un viaje continuo que podemos escoger hacer. Nosotros podemos vivir un estilo de vida de elevarnos hacia el llamamiento al que Dios nos ha llamado.